PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS
CORINTIOS

Salutación

1

1Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, 2a la iglesia de Dios que está en Corinto,a [a a 1.2: Hch. 18.1.] a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: 3Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Acción de gracias por dones espirituales


4Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; 5porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; 6así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, 7de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; 8el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. 9Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.

¿Está dividido Cristo?


10Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. 11Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. 12Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos;b [b b 1.12: Hch. 18.24.] y yo de Cefas; y yo de Cristo. 13¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? 14Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispoc [c c 1.14: Hch. 18.8.] y a Gayo,d [d d 1.14: Hch. 19.29; Ro. 16.23.] 15para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre. 16También bauticé a la familia de Estéfanas;e [e e 1.16: 1 Co. 16.15.] de los demás, no sé si he bautizado a algún otro. 17Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.

Cristo, poder y sabiduría de Dios


18Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. 19Pues está escrito:

Destruiré la sabiduría de los sabios,

Y desecharé el entendimiento de los entendidos.f [f f 1.19: Is. 29.14.]

20¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?g [g g 1.20: Is. 44.25.] 21Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 22Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. 25Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

26Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29a fin de que nadie se jacte en su presencia. 30Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 31para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.h [h h 1.31: Jer. 9.24.]

Proclamando a Cristo crucificado

2

1Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. 2Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. 3Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor;a [a a 2.3: Hch. 18.9.] 4y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, 5para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

La revelación por el Espíritu de Dios


6Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. 7Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, 8la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. 9Antes bien, como está escrito:

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,

Ni han subido en corazón de hombre,

Son las que Dios ha preparado para los que le aman.b [b b 2.9: Is. 64.4.]

10Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.

14Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 16Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá?c [c c 2.16: Is. 40.13.] Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.

Colaboradores de Dios

3

1De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. 2Os di a beber leche, y no vianda;a [a a 3.2: He. 5.12–13.] porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, 3porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? 4Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos,b [b b 3.4: 1 Co. 1.12.] ¿no sois carnales?

5¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. 6Yo planté,c [c c 3.6: Hch. 18.4–11.] Apolos regó;d [d d 3.6: Hch. 18.24–28.] pero el crecimiento lo ha dado Dios. 7Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. 8Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 9Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

10Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. 11Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 12Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 13la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 14Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 15Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

16¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?e [e e 3.16: 1 Co. 6.19; 2 Co. 6.16.] 17Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

18Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. 19Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos.f [f f 3.19: Job 5.13.] 20Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.g [g g 3.20: Sal. 94.11.] 21Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: 22sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, 23y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

El ministerio de los apóstoles

4

1Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. 2Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel. 3Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo. 4Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. 5Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.

6Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros. 7Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?

8Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros! 9Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. 10Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados. 11Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. 12Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos;a [a a 4.12: Hch. 18.3.] nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. 13Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos.

14No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. 15Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. 16Por tanto, os ruego que me imitéis.b [b b 4.16: 1 Co. 11.1; Fil. 3.17.] 17Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias. 18Mas algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros. 19Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. 20Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. 21¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?

Un caso de inmoralidad juzgado

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1De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre.a [a a 5.1: Dt. 22.30.] 2Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?

3Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. 4En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, 5el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.

6No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?b [b b 5.6: Gá. 5.9.] 7Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua,c [c c 5.7: Ex. 12.5.] que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. 8Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura,d [d d 5.8: Ex. 13.7; Dt. 16.3.] de sinceridad y de verdad.

9Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; 10no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. 11Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 12Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? 13Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros.

Litigios delante de los incrédulos

6

1¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? 2¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? 3¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? 4Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia? 5Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, 6sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos?

7Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados? 8Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos.

9¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Glorificad a Dios en vuestro cuerpo


12Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen;a [a a 6.12: 1 Co. 10.23.] todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. 13Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. 15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.b [b b 6.16: Gn. 2.24.] 17Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros,c [c c 6.19: 1 Co. 3.16; 2 Co. 6.16.] el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

Problemas del matrimonio

7

1En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; 2pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. 3El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. 4La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. 5No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. 6Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento. 7Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro.

8Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; 9pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando.

10Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; 11y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.a [a a 7.10–11: Mt. 5.32; 19.9; Mr. 10.11–12; Lc. 16.18.]

12Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. 13Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. 14Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos. 15Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios. 16Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?

17Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno en todas las iglesias. 18¿Fue llamado alguno siendo circunciso? Quédese circunciso. ¿Fue llamado alguno siendo incircunciso? No se circuncide. 19La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios. 20Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede. 21¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado; pero también, si puedes hacerte libre, procúralo más. 22Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo. 23Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres. 24Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios.

25En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel. 26Tengo, pues, esto por bueno a causa de la necesidad que apremia; que hará bien el hombre en quedarse como está. 27¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte. ¿Estás libre de mujer? No procures casarte. 28Mas también si te casas, no pecas; y si la doncella se casa, no peca; pero los tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar. 29Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; 30y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; 31y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa.

32Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; 33pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer. 34Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. 35Esto lo digo para vuestro provecho; no para tenderos lazo, sino para lo honesto y decente, y para que sin impedimento os acerquéis al Señor.

36Pero si alguno piensa que es impropio para su hija virgen que pase ya de edad, y es necesario que así sea, haga lo que quiera, no peca; que se case. 37Pero el que está firme en su corazón, sin tener necesidad, sino que es dueño de su propia voluntad, y ha resuelto en su corazón guardar a su hija virgen, bien hace. 38De manera que el que la da en casamiento hace bien, y el que no la da en casamiento hace mejor.

39La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor. 40Pero a mi juicio, más dichosa será si se quedare así; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios.

Lo sacrificado a los ídolos

8

1En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. 2Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. 3Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.

4Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. 5Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), 6para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.

7Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina. 8Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. 9Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. 10Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? 11Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. 12De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. 13Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.

Los derechos de un apóstol

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1¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? 2Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor.

3Contra los que me acusan, esta es mi defensa: 4¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber? 5¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? 6¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar? 7¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño?

8¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? 9Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla.a [a a 9.9: Dt. 25.4.] ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, 10o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. 11Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?b [b b 9.11: Ro. 15.27.] 12Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros?

Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo. 13¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan?c [c c 9.13: Dt. 18.1.] 14Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.d [d d 9.14: Mt. 10.10; Lc. 10.7.]

15Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque prefiero morir, antes que nadie desvanezca esta mi gloria. 16Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!

17Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada. 18¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio. 19Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. 20Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; 21a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. 22Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. 23Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.

24¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. 25Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 26Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, 27sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.

Amonestaciones contra la idolatría

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1Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube,a [a a 10.1: Ex. 13.21–22.] y todos pasaron el mar;b [b b 10.1: Ex. 14.22–29.] 2y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, 3y todos comieron el mismo alimento espiritual,c [c c 10.3: Ex. 16.35.] 4y todos bebieron la misma bebida espiritual;d [d d 10.4: Ex. 17.6; Nm. 20.11.] porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 5Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.e [e e 10.5: Nm. 14.29–30.]

6Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.f [f f 10.6: Nm. 11.4.] 7Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar.g [g g 10.7: Ex. 32.6.] 8Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil.h [h h 10.8: Nm. 25.1–18.] 9Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes.i [i i 10.9: Nm. 21.5–6.] 10Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.j [j j 10.10: Nm. 16.41–49.] 11Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 12Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 13No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

14Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. 15Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que digo. 16La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?k [k k 10.16: Mt. 26.26–28; Mr. 14.22–24; Lc. 22.19–20.] 17Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. 18Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar?l [l l 10.18: Lv. 7.6.] 19¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? 20Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios;m [m m 10.20: Dt. 32.17.] y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. 21No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. 22¿O provocaremos a celos al Señor?n [n n 10.22: Dt. 32.21.] ¿Somos más fuertes que él?

Haced todo para la gloria de Dios


23Todo me es lícito, pero no todo conviene;o [o o 10.23: 1 Co. 6.12.] todo me es lícito, pero no todo edifica. 24Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. 25De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; 26porque del Señor es la tierra y su plenitud.p [p p 10.26: Sal. 24.1.] 27Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. 28Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. 29La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? 30Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias?

31Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. 32No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; 33como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.

11

1Sed imitadores de mí,a [a a 11.1: 1 Co. 4.16; Fil. 3.17.] así como yo de Cristo.

Atavío de las mujeres


2Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué. 3Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. 4Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. 5Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. 6Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. 7Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios;b [b b 11.7: Gn. 1.26.] pero la mujer es gloria del varón. 8Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, 9y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.c [c c 11.8–9: Gn. 2.18–23.] 10Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles. 11Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; 12porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios. 13Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? 14La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? 15Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello. 16Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.

Abusos en la Cena del Señor


17Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. 18Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo. 19Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados. 20Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. 21Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. 22Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.

Institución de la Cena del Señor

(Mt. 26.26–29; Mr. 14.22–25; Lc. 22.14–20)


23Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; 24y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. 25Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pactod [d d 11.25: Jer. 31.31–34.] en mi sangre;e [e e 11.25: Ex. 24.6–8.] haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. 26Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.

Tomando la Cena indignamente


27De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. 28Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. 29Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. 30Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. 31Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; 32mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.

33Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. 34Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.

Dones espirituales

12

1No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. 2Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos. 3Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.

4Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. 6Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. 7Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 11Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.a [a a 12.4–11: Ro. 12.6–8.]

12Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.b [b b 12.12: Ro. 12.4–5.] 13Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

14Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. 15Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? 16Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? 17Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? 18Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. 19Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? 20Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. 21Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. 22Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; 23y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. 24Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, 25para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. 26De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.

27Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 28Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros,c [c c 12.28: Ef. 4.11.] luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. 29¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? 30¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? 31Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente.

La preeminencia del amor

13

1Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes,a [a a 13.2: Mt. 17.20; 21.21; Mr. 11.23.] y no tengo amor, nada soy. 3Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

4El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

8El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. 9Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. 13Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

El hablar en lenguas

14

1Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. 2Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. 3Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. 4El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. 5Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.

6Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina? 7Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? 8Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? 9Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire. 10Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. 11Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí. 12Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.

13Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. 14Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. 15¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. 16Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho. 17Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado. 18Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; 19pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.

20Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. 21En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor.a [a a 14.21: Is. 28.11–12.] 22Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes. 23Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? 24Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; 25lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros.

26¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. 27Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. 28Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. 29Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. 30Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. 31Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. 32Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; 33pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.

Como en todas las iglesias de los santos,34vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. 35Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. 36¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado?

37Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. 38Mas el que ignora, ignore. 39Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; 40pero hágase todo decentemente y con orden.

La resurrección de los muertos

15

1Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; 2por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.

3Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;a [a a 15.3: Is. 53.5–12.] 4y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;b [b b 15.4: Sal. 16.8–10; Os. 6.2.] 5y que apareció a Cefas,c [c c 15.5: Lc. 24.34.] y después a los doce.d [d d 15.5: Mt. 28.16–17; Mr. 16.14; Lc. 24.36; Jn. 20.19.] 6Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. 7Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; 8y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.e [e e 15.8: Hch. 9.3–6.] 9Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.f [f f 15.9: Hch. 8.3.] 10Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. 11Porque o sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído.

12Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? 13Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. 14Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. 15Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. 16Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. 18Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. 19Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.

20Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 21Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. 23Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. 24Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. 25Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.g [g g 15.25: Sal. 110.1.] 26Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. 27Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies.h [h h 15.27: Sal. 8.6.] Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. 28Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.

29De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos? 30¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora? 31Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero. 32Si como hombre batallé en Efeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos.i [i i 15.32: Is. 22.13.] 33No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. 34Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para verg:uenza vuestra lo digo.

35Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? 36Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. 37Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; 38pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. 39No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. 40Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. 41Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria.

42Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. 43Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. 44Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. 45Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente;j [j j 15.45: Gn. 2.7.] el postrer Adán, espíritu vivificante. 46Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 47El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. 48Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. 49Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. 50Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.

51He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.k [k k 15.51–52: 1 Ts. 4.15–17.] 53Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 54Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.l [l l 15.54: Is. 25.8.] 55¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?m [m m 15.55: Os. 13.14.] 56ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

58Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

La ofrenda para los santos

16

1En cuanto a la ofrenda para los santos,a [a a 16.1: Ro. 15.25–26.] haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. 2Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. 3Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. 4Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo.

Planes de Pablo


5Iré a vosotros, cuando haya pasado por Macedonia,b [b b 16.5: Hch. 19.21.] pues por Macedonia tengo que pasar. 6Y podrá ser que me quede con vosotros, o aun pase el invierno, para que vosotros me encaminéis a donde haya de ir. 7Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite. 8Pero estaré en Efeso hasta Pentecostés;c [c c 16.8: Lv. 23.15–21; Dt. 16.9–11.] 9porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios.d [d d 16.8–9: Hch. 19.8–10.]

10Y si llega Timoteo,e [e e 16.10: 1 Co. 4.17.] mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo. 11Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle en paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos.

12Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad.

Salutaciones finales


13Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. 14Todas vuestras cosas sean hechas con amor.

15Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanasf [f f 16.15: 1 Co. 1.16.] es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. 16Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan. 17Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia. 18Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas.

19Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila,g [g g 16.19: Hch. 18.2.] con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. 20Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo.

21Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano. 22El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.1 [1 Gr. del arameo, Maran-ata. ] 23La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros. 24Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén.

Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.