El desarrollo físico de un individuo se completa aproximadamente sobre
los 21 años de edad. El ritmo del desarrollo es máximo entre los trece y
los dieciocho años, por lo que es ésta la edad más sensible a todo
aquello que pueda interferir el crecimiento y organización progresiva
del organismo.
Se sabe que los adolescentes que consumen alcohol
tienen una capacidad de memorización claramente inferior a los que no lo
hacen, y que este déficit es con toda probabilidad permanente. El
alcohol afecta al desarrollo de un modo que no es todavía plenamente
conocido. ¡Se sigue investigando!
El alcohol es un tóxico para la práctica totalidad de los órganos y
tejidos del organismo. Parte de los efectos tóxicos se deben al
acetalaldehído, que es un producto del metabolismo del alcohol en el
interior de nuestro cuerpo. Se sabe, en cambio, que el alcohol afecta a
la práctica totalidad delos mecanismos neurotransmisores, es decir, al
mecanismo que conecta la mente y el sistema nervioso en su conjunto con
el resto del cuerpo. Por eso cuando bebemos alcohol "controlamos"menos.
Además, el alcohol potencia uno de estos neurotransmisores (el GABA),
que tiene efectos depresores sobre el sistema nervioso central: por eso
el alcohol produce somnolencia.
Todos conocemos la relación entre el consumo de alcohol y la
probabilidad de padecer una enfermedad de hígado, particularmente
cirrosis. Sin embargo, se habla menos de lo enormemente tóxico que es el
alcohol para el páncreas, un órgano tan delicado que todavía no puede
trasplantarse y sobre el que la cirugía es extremadamente dificultosa.
Tampoco se comenta mucho que el alcohol es un carcinógeno: puede
provocar cáncer de lengua, faringe o esófago. También favorece la
aparición de úlceras gastroduodenales, alteraciones de la sangre, la
mayor probabilidad de infecciones recurrentes, de alteraciones
metabólicas y de déficit nutricional. Además el alcohol es un tóxico
para el corazón produciendo arritmias y daño del músculo cardiaco.
El alcohol afecta gravemente al funcionamiento de las células de
nuestro cerebro, a las neuronas. Hasta tal punto que se calcula que un
centímetro cúbico de alcohol es capaz de matar cientos de ellas. Tenemos
muchas, es cierto, pero...¡nunca se sabe cuándo te harán falta! Lo
cierto es que si se persiste en el consumo de alcohol, a medio y largo
plazo nuestras facultades intelectuales serán sensiblemente menores. La
afectación de las neuronas se traduce en una alteración del
comportamiento del individuo: todos sabemos lo que es una borrachera (en
realidad es una sobredosis del alcohol) y no es precisamente un estado
envidiable.
Pero antes de llegar a esta fase, el alcohol produce unos efectos más
sutiles. El alcohol, al ser un depresor del sistema nervioso, comienza
su efecto anulando los circuitos cerebrales más complejos y
especializados como la autocrítica, que es la facultad que nos permite
mantener una conducta equilibrada y elegante. Por eso el que ha bebido
sin llegar a la borrachera, aunque se encuentra "estimulado" y eufórico,
en realidad padece una deshinibición patológica que en la mayor parte de
las ocasiones le hace comportarse como un patoso a ojos de sus
observadores cercanos. En esta fase, además, es en la que se producen la
mayoría de accidentes y agresiones provocadas por el alcohol. |